miércoles, 17 de octubre de 2012

A mi querida tía Paca

Querida Tita Paca:

Los ríos de lágrimas por ti vertidos se agotan sin que apenas alcancen a desahogar la inmensa angustia de tu infortunada e injusta pérdida. Es imposible el alivio, pues el mazazo de no verte más ha fulminado en un instante cualquier defensa, por alta y gruesa que fuera.

Sin embargo llegará el día en que logremos ponernos en pie y, con los ojos aun vidriosos, levantemos la vista al cielo para alcanzar ver el tintineo de alguna remota estrella, quizás ya apagada, cuyo vívido brillo sigue luciendo a través de los tiempos. Entonces entenderemos que, aun bajo el plomo de tu ausencia, la luz que esparciste en vida seguirá vibrando en cada uno de los que la recibimos, llenando estancias vacías y aliviando con su calidez el dolor de las heridas viejas.

Demos gracias a la vida por la impagable fortuna de haberte tenido cerca, por haber sido beneficiarios de tu inmensa bondad, de tu inagotable generosidad, porque siempre fuiste un puntal inquebrantable cuando más oscura era la tormenta.

A tus hijos (mis primos) y tus hermanas (mis tías) ya solo se me ocurre decirles que es mil veces preferible llorar sin consuelo tu inmensa pérdida a no haber tenido la suerte de compartir la vida contigo.

Descansa en paz

Tu sobrino Juan Francisco

sábado, 26 de noviembre de 2011

Paraisos perdidos

Todos guardamos en la memoria imágenes de parajes en los que una vez estuvimos y que nos marcaron por su belleza, pero sobre todo por lo que en ellos vivimos. Imágenes de lugares y tiempos que a veces idealizamos y acabamos convirtiendo en nuestros particulares paraísos perdidos. A veces, en nuestro afán por refrescar esas imágenes que la bruma de los años va desdibujando, volvemos a esos lugares para paladear el regusto agridulce de los recuerdos. A veces, en el fondo del alma, volvemos con la ilusa y vana ilusión de que por unos instantes se obre el encantamiento y aparezcan los viejos amigos. Pero ya nada es igual… Nuestro padre, aún joven, que jugaba ahí con nosotros, ya se fue; la vida dispersó a los viejos amigos y nos separó de aquella chica, nuestro primer amor, que hacía que nos diera un vuelco el corazón cuando la veíamos aparecer; y el paisaje, por obra y mor del cemento invasor ha sido transformado hasta hacerse irreconocible. Entonces somos plenamente conscientes de que el paraíso no está perdido, simplemente un día dejó de existir... para siempre.... Y es entonces, mientras salimos del ensimismamiento inducido por los recuerdos, cuando tratamos inútilmente de buscar en nuestra memoria la vaga frontera que alguna vez cruzamos para no volver, ese impreciso momento en que el mundo ideal que un día habitamos desapareció definitivamente bajo nuestros pies.
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Esta playa de la foto es la de Punta Cires, en Marruecos, allá por el 1999, una hermosa ensenada muy cerquita de Ceuta y asomada desde el sur al Estrecho de Gibraltar. Yo sólo estuve un de la par de veces en ella, aprovechando mi estancia de un año en Assilah por motivos laborales. A buen seguro este lugar tan bello fue el paraíso perdido particular de alguna gente, quizás lugareños o incluso ceutíes que iban por allí en verano, para disfrutar de su arenas doradas, de sus aguas límpidas, de su luz y de su tranquilidad.
Pero hoy ya no existe, en su lugar hay un superpuerto para tráfico de contenedores que construyó la compañía Maersk Line, y que la ha ocupado en todas su longitud, habiéndola desaparece para siempre, sepultada bajo una gruesa capa de hormigón.

domingo, 30 de octubre de 2011

Otoño en Ceuta

Otoño en Ceuta by Juan Machado [McKeyn]
Otoño en Ceuta, a photo by Juan Machado [McKeyn] on Flickr.
Atrás quedaron los meses de septiembre y octubre de aquel año 2010 en que me tocó lidiar profesionalmente con un toro, vamos a decir, complicado. Noviembre tocaba ya a su fin y tras haberme pegado un atracón laboral, llegó un momento en que incluso me encontré ocioso (más tarde me buscarían otros “trabajitos finos”). Aproveché aquellos días para conocer algunos rincones de Ceuta inéditos para mí. Como en esta ocasión, en que Salvador, el encargado, me llevó al morro del muelle de La Puntilla. Desde ese privilegiado observatorio tomé está panorámica del “Skyline” de Ceuta, entre las aguas teñidas de lila de la dársena del puerto y el fugaz regalo otoñal de un cielo incendiado.

martes, 12 de julio de 2011

Africa en Zahara

Un años más, un verano más en Zahara de los Atunes. Por cortesía, todo hay que decirlo de mis cuñados Cristina y Basi, que siempre ponen a nuestra deposición su apartamento  para que pasemos unos días en tan bello rincón.
Salimos de Los Barrios sobre las 14:30, unas dos horas después de la hora inicialmente prevista de partida. En esta ocasión tiramos por la N-340 y paramos en el hotel Hurricane de Tarifa para comer algo, aunque nuestras tres criaturitas estaban tan caldeadas con el viaje y las vacaciones que ni siquiera pedían de comer.
Tras haber repuesto fuerzas continuamos nuestro corto viaje para arribar a Zahara de los Atunes sobre las cuatro de la tarde. Una vez hubimos descargado el equipaje descansamos un par de horitas para acto seguido preparar los bártulos para echar el resto de tarde en la playa.
Tanto Paula, como Antonio y África pasaron una tarde magnífica, del agua a las dunas y de las dunas al agua.
Y así hasta las nueve y pico, cuando el poniente ya refrescaba y nos dispusimos a plegar para volver al apartamento. Pero antes hice unas cuantas fotos del atardecer, tan espectacular y bello como de costumbre en estas costas. Aquí dejo una de ellas, en la cual aparare mi África con el sol poniente al fondo, sobre los acantilados de Barbate y el Cabo Trafalgar.